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¡Stop marcas! ¡Devuélvanme mi privacidad!

Ana López

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La privacidad está en boca de todos, pero, ¿realmente sabemos lo que estamos haciendo cuando enviamos un formulario online con nuestros datos personales? ¿Y cuando marcamos la casilla “nos das derecho para compartir tus datos con terceros”? Creemos que vivimos en un mundo suficientemente seguro y que nuestras direcciones de correo están a salvo en centros de alta seguridad con 17 vallas de protección y encriptación.

Pero la realidad es que el email ya no es un dato tan relevante para las marcas, lo realmente valioso aceptar ese formulario en el que cedes tus datos personales. Esa transacción es lo verdaderamente preciado. El mismo Tim Cook, CEO del gigante Apple, reconocía hace muy poco que la protección de datos personales es un asunto fundamental para la sociedad. Otro estudio, este realizado por Hotwire, aseguraba que la protección de datos era el principal quebradero de cabeza para los directores de compañías en España.

Los consumidores son cada vez más conscientes de la necesidad de tener un mayor control sobre sus datos y esto se refleja en el modo en el que muchas marcas y plataformas online comienzan a ofrecer sus servicios. Precisamente serán esas marcas que desarrollen una narrativa en torno a la autonomía y la privacidad, en esta nueva era de la autoconciencia sobre los datos personales, y que sepan comunicar cómo la tecnología puede ayudar a tener un mayor control, las que consigan el apoyo de los consumidores. Ya sean empresas de tecnología o una marca que busque la lealtad de sus consumidores, la privacidad será un tema clave para conseguir el éxito.

¿Cuánta privacidad tenemos? La verdad es que no lo sabemos…

En nuestra sociedad la privacidad se considera un derecho fundamental. Pero con la revolución digital este concepto se ha trasladado a los datos. Esto unido a que cada vez más el valor reside en los datos, la información es donde está el auténtico beneficio. Y, como resultado, el significado de “privacidad” también ha cambiado. Los datos personales se han convertido en la divisa del siglo XXI.

¿Qué es la privacidad?

Sobre el papel, la privacidad es el derecho individual o de un grupo de personas a proteger la información sobre sí mismas frente a terceros. Esto va desde el derecho a la intimidad en tu hogar hasta borrar cualquier rastro tuyo en Internet. Pero con Internet esta definición ya no es tan sencilla.

Debido a la accesibilidad a una ingente cantidad de datos, la privacidad no es un asunto para tomar a la ligera. Cualquier información que hayas proporcionado en el entorno online está al alcance de cualquiera… o podría estarlo en cualquier momento. Esto ha creado una corriente que propugna que el consumidor el auténtico debe ser el auténtico “soberano” de sus datos. Aunque, como vemos, esto no es así en la mayoría de las ocasiones.

¿Por qué es tan importante la privacidad?

Cada paso que damos deja tras de sí una huella digital, en la que damos todo tipo de información acerca de nosotros, nuestros gustos o nuestra vida diaria; en definitiva, información sobre quiénes somos. Uber sabe todos los trayectos que hacemos, Google dónde vivimos y Facebook cuál es nuestra comida favorita. Estos datos se los vamos proporcionando a estas plataformas y lo hacemos aceptando sus políticas de privacidad, aunque la mayoría de los usuarios ni siquiera entiendan a qué se refieren.

Privacidad y consumidores

Hemos asumido que para tener acceso a determinados productos y servicios tenemos que ceder ciertos datos personales. Sin duda, muchos consumidores han entendido el valor de sus datos y los múltiples beneficios que les aporta esta transacción. Pero lo verdaderamente peligroso y en lo que muy pocos piensan es en el peligro que supone que algunas organizaciones utilicen estos datos para otros fines mucho más lucrativos. Nos encontramos, por tanto, en una relación desigual. Y es que los usuarios, aunque cedan de manera activa sus datos, no son conscientes de su valor real o, al menos, este valor no es proporcional a las ventajas que obtienen. ¿Tienen derecho las compañías a recabar ciertos datos? ¿Quiénes son los propietarios de esos datos? ¿Con qué fines se pueden utilizar? Son muchas las preguntas que se plantean. Con la implantación de la normativa GDPR el pasado año, desde la Unión Europea se intentaba otorgar un mayor poder decisión a los usuarios; sin embargo, muchos siguen aceptando condiciones de privacidad que no entienden o que no han leído.

El debate sobre la privacidad y los datos personales sigue sobre la mesa, pero lo que sí parece claro es que ha llegado el momento de que las compañías sean más cuidosas y responsables a la hora de comunicar a sus usuarios cómo van a ser utilizados sus datos. Así, las compañías que consigan ganarse la confianza de los usuarios serán aquellas que comiencen a ser mucho más transparentes en sus políticas de privacidad y utilicen un lenguaje claro y comprensible para el usuario. Conforme el consumidor va adquiriendo conciencia del valor de sus datos, exigirá que las compañías le recompensen en la misma medida. Aquí la confianza es clave: si el usuario percibe que una compañía está haciendo un uso indebido de sus datos, la confianza entre la marca y el consumidor quedará dañada de manera irreparable.

¿Estás preparado?

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